"Tras los bosques", nombre otorgado por los alemanes a esta región donde se desplazaron miles de colonos, en buena parte comerciantes a partir del siglo XII. Los bosques siguen aquí, rodeando la meseta transilvana y cubriendo la gran cantidad de cordilleras tributarias de los Cárpatos. Los alemanes, sin embargo, se han ido casi todos tras la la caída del comunismo (por lo visto las minorías no rumanas no eran muy aceptadas por el régimen, y en cuanto se abrieron las fronteras, se fueron con la ayuda de la República Federal de Alemania).
Pero además del nombre, los sajones han dejado sus magníficas iglesias fortificadas salpicando la campiña, entre viñedos y campos de cultivo. El imperio los trajo aquí como parapeto contra las invasiones del este, y la última de ellas, la de los turcos, impulso la construcción de gruesas murallas alrededor de las iglesias de cada pueblo, también reforzadas. En su interior, graneros, almacenes y todo lo necesario para aguantar un asedio prolongado.
Aunque ya no hay parroquianos, su interior aún recuerda las numerosas comunidades sajonas protestantes que hasta hace una generación mantenían una identidad asediada, entre una población rumana mayoritaria, y durante siglos, bajo condiciones serviles frente a los prósperos comerciantes germanos.
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