Aunque ya hemos hablado de ellos, merece la pena insistir porque su remota presencia sigue presidiendo el paisaje de la región. Como élite comercial, sus ciudadelas e iglesias eran la referencia defensiva.
En las sacristías de las iglesias fortificadas se construían verdaderas "habitaciones del pánico" donde encerrarse con los tesoros más preciados. Esta cerradura de 1515, con siglos de funcionamiento en su puerta de roble, correspondiente a la sacristía de la iglesia de Biertan, recibió una medalla de oro en la Exposición Universal de París de 1900.
Privilegiados frente a la mayoría rumana que trabajaba las tierras, los sajones trajeron sus costumbres, sus ritos, sus usos domésticos, como estás camas tan aprovechadas:
Y también su fe y sus imágenes, en la más pura tradición del norte y el centro de Europa, como en este magnífico retablo, también de la iglesia de Biertan.
No es de extrañas por tanto que sus iglesias fueran a la vez fortaleza para la guerra y signo de dominio en tiempos de paz.