En la región de Bucovina, como comentamos, destacan sus magníficos monasterios con iglesias pintadas tanto en su interior como en sus muros exteriores. El grado de conservación de las pinturas exteriores es muy alto, y son por ello un ejemplo excepcional de la presencia central que durante siglos han significado en tierras habitualmente en disputa.
Es precisamente la guerra la que generó la forma y contenidos que ahora disfrutamos. Encerrados entre sus murallas, los ejércitos locales reclutados para cada temporada bélica permanecían hasta meses a la espera del momento adecuado para batirse en duelo con el enemigo. Formado por campesinos analfabetos, para los que la liturgia en idioma eslavo era más cercana a un conjuro ininteligible, las vivas imágenes de las paredes exteriores eran la verdadera explicación de la fe. Imágenes cercanas, con paisajes similares a los de su tierra, y muy significativas.
El monasterio de Voronet es uno de los más característicos, en especial por su color azul, conocido en Rumanía como "azul de Voronet". La cara norte, como es común, no se conserva en las mismas condiciones debido a las inclemencias de tantos siglos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario